En Judo hay cientos de técnicas y maniobras de
lanzamiento diferentes, y los estudiantes, en los primeros meses de entrenamiento, esperan poder aprender uno nuevo cada semana más o menos. Algunos profesores se niegan y
dicen que sigan practicando solo un par de ellos. Otros maestros, en cambio, enseñan
muchas tácticas diferentes.
El hecho es que, sin importar cuántas técnicas pueda tener un
estudiante en su repertorio, no podrá hacer ninguna de ellas si no tiene
equilibrio. Mientras trata de hacer los movimientos diseñados para derribar al oponente, comienza a derribarse a sí mismo. A veces pierde tanto el
equilibrio, que incluso se cae al suelo cuando trata de hacer rápido un movimiento complicado.
En ambos casos, el estudiante piensa que está aprendiendo
técnica, pero lo que en realidad está aprendiendo es equilibrio. El maestro tiene que sopesar cuántas técnicas nuevas tiene que enseñar para mantener al alumno interesado. Algunos alumnos son capaces de trabajar obstinadamente en solo dos
técnicas durante meses a pesar de los constantes fracasos. Otros se
descorazonan y sienten que quizás esa técnica no les haya gustado, así que piensan que deberían aprender otra. Son como personas que durante la lluvia cambian de dirección
con la esperanza de que estarán más secos en otro lugar. La aplicación al entrenamiento espiritual es clara, y es que es que muchas personas enseguida quieren cambiar la práctica que hacen
porque no obtienen un éxito inmediato. No saben que lo que están desarrollando, con cualquier práctica, es calma interior, claridad y concentración. Hasta
que no obtengan algún dominio sobre estos factores, ninguna práctica será exitosa.
En el caso del Judo, el Judoka que practique de forma tenaz dos técnicas adquirirá equilibrio más rápido que otro que practique muchas técnicas durante poco tiempo. Pero en cuanto el estudiante tiene cierto grado de habilidad, llega el momento de poner a prueba su carácter, ya que el maestro le dirá que ahora debe renunciar por un tiempo a estas técnicas que le traen éxitos temporales y le aportan un cierto estatus entre sus compañeros. El estudiante tiene que practicar otras técnicas nuevas que todavía no puede hacer bien y, por lo tanto, tal vez hagan que se sienta como un principiante otra vez.
En el caso del Judo, el Judoka que practique de forma tenaz dos técnicas adquirirá equilibrio más rápido que otro que practique muchas técnicas durante poco tiempo. Pero en cuanto el estudiante tiene cierto grado de habilidad, llega el momento de poner a prueba su carácter, ya que el maestro le dirá que ahora debe renunciar por un tiempo a estas técnicas que le traen éxitos temporales y le aportan un cierto estatus entre sus compañeros. El estudiante tiene que practicar otras técnicas nuevas que todavía no puede hacer bien y, por lo tanto, tal vez hagan que se sienta como un principiante otra vez.
En el entrenamiento de Judo, cuando el alumno adquiere cierta habilidad, puede suceder que éste adquiera un poco de estatus en el Dojo y se vuelva arrogante. En ese caso, el maestro puede recomendar al estudiante limpiar el Tatami o sentarse mucho más tiempo durante la meditación por ejemplo.
Lo que se adquiere no es una habilidad particular en estas
cosas, sino una vigorosa vitalidad espiritual. Esta es la fuente que riega todos
los campos.