Así como muchos ejercicios han de ser ejecutados por dos personas, hay otra clase de ejercicios que pueden ser realizados por una sola persona. Ejecutar primero algunas respiraciones profundas, seguidamente situar los brazos cruzados delante del cuerpo y con los puños cerrados, por debajo de la cintura. Hay que mantener los brazos en la máxima tensión y cerrando fuertemente los puños, iniciando en esta posición un movimiento de elevación de los brazos delante del cuerpo, lento, pero con fuerza, al mismo tiempo que se opone a este movimiento de elevación de brazos una resistencia tan fuerte como sea posible, pero sin detener este movimiento. En otros términos: levantar los brazos mientras se resiste al máximo por una presión de arriba abajo.
Este ejercicio de entrenamiento físico adquirido de los japoneses, es usado en la actualidad en Occidente como uno de los movimientos individuales de más reconocido éxito hasta la fecha.
Cuando ya se domina bien este ejercicio, se continuará elevando los brazos, que estarán extendidos delante de los hombros, hasta que los puños, fuettemente cerrados, se encuentren por encima de la cabeza, y una vez alcanzada esta posición efectuar dos o tres respiraciones profundas para luego descender los brazos hasta su punto de partida. Al descender los brazos hay que procurar efectuar la debida resistencia por una contracción dirigida hacia lo alto, no permitiendo a los brazos llegar a su posición de partida sin un regular esfuerzo.
Después de realizar algunas respiraciones profundas, sitúense los brazos inclinados a la altura de las caderas, sobre el costado, con los puños cerrados como antes, y en esta posición levantarlos hasta que queden por encima de la cabeza. Ejecutar dos o tres respiraciones profundas y volver los puños a la misma posición de salida como en el ejercicio anterior, oponiendo la resistencia necesaria.
Ningún movimiento de los descritos es perjudicial para los pulmones o el corazón, si no se hace de ellos un abuso exagerado. Las palpitaciones, el sofoco, así como la falta de aliento, indicarán el peligro mucho antes de que éste exista. Y al cabo de algunas semanas, el alumno comprobará que sus pulmones y corazón han sido notablemente fortificados, y que su dureza, bajo el punto de vista de los esfuerzos de los brazos, es maravillosa si ha tenido la constancia en repetir diariamente los ejercicios.
De todas formas, para que este ejercicio sea eficaz, el alumno no debe olvidar nunca que es sumamente necesario oponer una resistencia constante a los movimientos de elevación y descenso de los brazos.
A la primera semana serán necesarios solamente dos o tres movimientos de cada posición por la mañana y por la tarde, aumentándolos después paulatinamente.
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