lunes, 7 de diciembre de 2009

SHIN - Código moral del Judo : Sinceridad


  Es expresarse sin disfrazar lo que realmente se piensa. La sinceridad es el fin y el comienzo de todas las cosas, sin ella nada puede existir.

  La sinceridad es la combinación entre palabra y perfección; tiene que ser igual a verdad y realidad. La sinceridad es la expresión de amor a la verdad y el respeto hacia los otros.

  La honestidad es la expresión de rectitud, de justicia y de sinceridad hacia la sociedad. Sin sinceridad no hay confianza, sin confianza no nace la amistad, sin amistad no puede nacer otro
sentimiento.

  Pero la Sinceridad, como los demás valores, no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza. La Sinceridad es un valor que caracteriza a las personas por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.

  No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a nuestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces".  Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto, enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.

   En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la obligación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.

   La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso. Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.


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