Un buen día llegó al Dojo un
alumno nuevo que era extranjero. Era un gran campeón de Judo y nada más entrar
pidió hablar con el maestro. Éste le invitó a sentarse con él en una pequeña
mesa que había en la parte de atrás del local mientras sus compañeros continuaban
practicando. Se sentaron el uno delante del otro y se pusieron a hablar.
Desde el principio fue obvio que el extranjero
no estaba tan interesado en las clases del maestro como en impresionarlo con
sus conocimientos. Cada vez que el maestro empezaba a explicar alguna cosa de
Judo, el visitante le interrumpía con expresiones como: “Ah, sí, nosotros
también lo hacemos, eso”.
Finalmente, el maestro paró de hablar y comenzó
a servir el té al visitante. Llenó la Taza hasta arriba, y después siguió
llenando hasta que la Taza rebosó.
— ¡Basta! — interrumpió el extranjero una vez más —. La
Taza está llena. ¡No cabe más té!
— Ya lo veo — dijo el maestro —. Como esta Taza, tú también
estás lleno de tus propias opiniones y especulaciones. Si no vacías primero la
Taza, ¿cómo pretendes saborear mi té?
Vaciar la Taza quiere
decir asumir que no tienes todas las respuestas. Inicia el estudio del Judo con
una página en blanco, sin ideas preconcebidas, opiniones o prejuicios que
impedirán todo intento de aprender. Como bien exclamó el extranjero, no cabe
más té en una Taza que está llena. Para descubrir hemos de hacer servir, como
punto de partida, una Taza vacía. No puede haber aprendizaje sin un punto de
partida neutral.
Olvídate de lo que ya
conoces. Desecha tus ideas y opiniones preconcebidas, la visión que tienes del
mundo tiene que desaparecer. ¿Sabes por qué es útil una Taza? Porque está
vacía. Prepárate para vaciar tu Taza y así podrás saborear el té.
Para conocerse uno
mismo, para descubrirse, para iniciar el proceso de conocimiento interior del
Judo, tienes que vaciar la Taza. En una Taza vacía, pueden entrar nuevas ideas,
más experiencias, nuevos puntos de vista. Una Taza llena no puede recibir más
té del que ya tiene. Antes de iniciar el aprendizaje de cualquier cosa en la
vida, vacía la Taza, descarta las ideas que has elaborado para poder recibir
las nuevas. No te escondas detrás de lo que ya sabes, no discutas cada cosa que
te encuentres en el camino. Abre tu mente, se receptivo.
Aquellos que insisten en
dominar una conversación, los que se niegan a escuchar evidencias y puntos de
vista que ponen en peligro aquello en lo que creen, se cierran en una posición
que evita cualquier tipo de crecimiento. Su ansia por probar un punto de vista
particular supera el deseo de buscar la verdad. Se niegan la posibilidad de conocer,
impiden recibir cualquier otro punto de vista que no sea el que ya han aceptado
como propio.
Estar de acuerdo o en
desacuerdo con un argumento a menudo corta la posibilidad de hacer crecer y
cultivar nuevas ideas. Las personas con una actitud como la del extranjero
rechazan ver el bosque por miedo a perder la perspectiva de su árbol. Son el
paradigma del microcosmos de las ideas. Creen que ya han encontrado todas las
respuestas y en una discusión están más interesados en vencer que no en
intercambiar ideas y valorar nuevos puntos de vista. La victoria no ha de ser
el objetivo de un diálogo, sino el aprendizaje. El pensamiento ‘sé todo lo que
debo saber’, además de chocar gravemente con la realidad, bloquea el
crecimiento. Nadie sabe tanto como para descartar de entrada las opiniones de
los otros. El sabio dice:
“Los hombres sabios no necesitan probar sus argumentos.
Los hombres que necesitan demostrar sus argumentos no son
sabios.”
Las opiniones que
tenemos no nos hacen más fuertes ni más inteligentes. Las ideas no definen tu
potencial. Lo que define a una persona poderosa es la capacidad de descartar
los propios puntos de vista para escuchar los de otros. Quien no trata de
ganar, quien no se toma el diálogo como un combate personal, se convertirá en
una persona digna de ser escuchada.
Los que se sienten
ofendidos cuando alguien pone en duda sus opiniones se consideran poca cosa.
Dependen de tener razón para sentirse valorados. Se definen a partir de sus
ideas, sus creencias, sus puntos de vista. El auténtico potencial del ser
humano no reside en las ideas, sino en la capacidad de deshacerse y adaptarse
al cambio de puntos de vista, de negarse a sí mismo y construirse de nuevo.
A lo largo de su vida
Jigoro Kano (1860-1938) siempre intentó vaciar la propia Taza para aprender de
diferentes maestros y de otras escuelas. Interpretaba el vacío como una fuente
de conocimiento, el espacio como un lugar para recibir, no como una carencia o
una debilidad. Intentó estar siempre abierto para que la vida pudiese entrar
dentro de él y dejó el espacio necesario para que esto pasara.
Aplicaba la metáfora de
la Taza de té en el caso de una discusión entre dos amigos o un enfrentamiento
con un ser querido. Creía firmemente que el conflicto no podía llegar a ningún
lado si una de las dos personas enfrentadas no abandonaba su
posición para escuchar a la otra. Si en lugar de oponerte al otro abrazas lo
que dice, la pelea se acaba.
El maestro Bruce Lee
(1940-1973) explicaba en una carta a uno de sus mejores amigos que le pedía
consejo porque no paraba de discutir con su pareja:
“Cuando veas que comenzáis a discutir pon la mente en
blanco. Imagínate que es una Taza de té y olvida tus argumentos. Da igual si
tienes razón o no. Vacía la Taza. Prepárate para recibir el té de tu mujer.
Escucha lo que te dice y adopta una posición comprensiva. Que ella vea que la
escuchas y la comprendes. Cuando dejes de hacer servir tus argumentos como un
escudo y te muestres abierto a ella dejaréis de discutir. Dos personas no
pueden luchar si una no quiere. Lo único que has de hacer es recibir.”
Entonces el motivo de la
discusión aparece de forma evidente por encima del enfrentamiento individual de
las dos personas y deviene estúpido. ¿Por qué discutimos, en realidad? ¿Se
enfrentan nuestras ideas o nos enfrentamos nosotros? ¿Queremos comunicarnos o
queremos vencer? Vaciar la Taza es un gesto de proximidad, frente al cual, las
armas de la retórica y de las ideas caen por sí solas. Ya no hay combate, sino
encuentro.
La metáfora de la Taza
de té, es un buen punto de partida para el aprendizaje del Judo. Antes de
adentrarte en su estudio intenta situarte en un estado neutral. Seguramente no
estarás de acuerdo con todo lo que se expresa, pero intenta no discutir
mentalmente cada palabra de tu maestro, intenta no enfrentarte a las ideas. Haz
el esfuerzo de recibirlas con el espacio en blanco como premisa. Vacía la Taza
para poder saborear el té del Judo.
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