Capítulo 4: El orden de batalla
«Antiguamente los guerreros hábiles primero se hacían invencibles y esperaban el momento en que el enemigo fuera vulnerable.»
Hacerte invencible implica conocerte a ti mismo, ser consciente de cuáles son tus fortalezas y debilidades. Esperar la vulnerabilidad de los adversarios significa conocer a los demás, encontrar sus puntos débiles y saber explotarlos.
«Ser invencible depende de uno mismo; que el enemigo sea vulnerable depende de él.»
Ser invencible es cuestión de autodefensa; ser vulnerable es cuestión de tener huecos o puntos débiles.
«Los hábiles en la guerra pueden hacerse invencibles, pero no pueden causar con seguridad que el enemigo sea vulnerable.»
Podemos controlar aquello que depende de nosotros; pero lo que depende de los demás es incierto.
«Por eso se dice que quizá se sepa cómo ganar, pero no necesariamente se logrará la victoria.»
Solo podemos saber si nuestra propia fuerza es suficiente para vencer a nuestro adversario; pero no podemos forzar a dicho adversario a debilitarse para nuestra propia ventaja.
«Ser invencible se apoya en la defensa; la posibilidad de la victoria se apoya en el ataque.»
Para tener una defensa invencible, hay que ocultar nuestra forma. Cuando los adversarios nos ataquen, entonces serán vulnerables y será el momento de atacar.
«Uno defiende cuando su fuerza no es adecuada; ataca cuando es abundante.»
En un combate de Judo, por ejemplo, cuando somos más débiles o estamos cansados nos concentramos en la defensa. Cuando somos superiores al adversario o estamos en mejor forma que él nos concentramos en el ataque.
«Los expertos en defensa se ocultan como si estuvieran bajo nueve capas de tierra; los expertos en el ataque se mueven por encima de nueve capas de cielo. Así son capaces tanto de protegerse como de obtener una victoria completa.»
Los Judokas verdaderamente hábiles en la defensa ocultan su habilidad, son pacientes y saben esperar el momento oportuno. Los Judokas verdaderamente hábiles en el ataque son impredecibles, rápidos y al mismo tiempo precavidos.
«En la antigüedad se consideraba un maestro en el arte de la guerra a aquél que sometía a un enemigo cuando éste era fácil de vencer.»
Un Judoka sabio y astuto encuentra los puntos sutiles por los que puede vencer a su oponente y los ataca en el momento oportuno, o sea, en su momento de mayor debilidad. Nunca hay que atacar en el momento de mayor fortaleza del oponente, porque aunque se obtenga la victoria, ésta será una dura victoria.
«Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.»
Para ganar un combate, un buen Judoka se prepara al máximo en todos los niveles: físico, mental, técnico y táctico. Y además estudia a sus oponentes a los mismos niveles. De esta forma se asegura el afrontar el combate en las mejores condiciones posibles. Un combate de Judo se gana antes y se entabla después.
«Según la disposición que un general victorioso tenga, será capaz de hacer luchar a su gente con el efecto de agua estancada que de repente se libera y cae fuertemente sobre un precipicio sin fondo.»
La forma de un verdadero Judoka se asemeja a la del agua, se mantiene bajo y humilde. Pero cuando una presa se rompe cae con una fuerza irresistible. Saca ventaja de la pobre preparación del adversario; ataca cuando no lo espere; evita su lado fuerte y ataca sus puntos débiles y, como el agua, nadie se podrá resistir.
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