jueves, 14 de noviembre de 2019

SHIN - El peso del Ego

 Cada dos o tres días el Sensei hacía subir a sus alumnos corriendo todos los cientos de escalones que subían al templo de la cima de la montaña que se encontraba cerca del Dojo. Mientras, él  esperaba sentado en un banco, justo en la entrada del santuario. 

 Cierto día, un alumno que se estaba preparando para el campeonato nacional de Judo del Japón, se esforzó para dejar atrás a sus compañeros y llegar el primero, pero, al verle el Sensei dijo: -¡Subes muy pesado! Baja y haz de nuevo el recorrido más ligero-. Sin poder creer lo que le estaba pidiendo, se dio la vuelta y descendió hasta el valle para comenzar otra vez el ascenso. 

 Muy cansado, jadeando, llegó por segunda vez a donde se encontraba. -¡Mucho mejor!- dijo sonriendo -pero baja de nuevo porque sigues muy pesado-. Atónito, pero sin rechistar, el joven estudiante bajó como pudo y subió otra vez hasta que al cabo de un buen rato, llegó al banco donde se encontraba el maestro y cayó rendido a sus pies -¡Muy bien!- Exclamó. -Esta vez lo has hecho muy bien-. Pero maestro -dijo tirado en el suelo, -si he tardado una eternidad y he subido la mayor parte del camino caminando, ¿cómo he podido hacerlo ahora mejor que antes?-. 

 Pues verás, la primera vez subiste lleno de orgullo y arrogancia y, aunque fuiste el primero, tu Ego pesaba demasiado. La segunda vez, viendo el gran trabajo que tenías que hacer, dosificaste tus fuerzas. Ya no querías llegar el primero, no tenías que ser mejor que nadie, por eso tu Ego no te distrajo demasiado. La última vez ha sido la mejor porque has cambiado tu Ego por esfuerzo y determinación. Esta vez no ha habido orgullo, ni vanidad, ni interferencias, tan solo entrenamiento. Por eso has subido más ligero, por eso ahora lo has hecho perfectamente. El Ego siempre pesa demasiado para tener que soportarlo y cargarlo a cada instante. 


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