Este es un fragmento del Budo Soshin Shu, de Daidoji Yuzan, un  samurai erudito del siglo XVII. Es un texto que trata sobre la moral  tradicional de los guerreros Samurai conocida como Bushido, la cual ha  tenido gran influencia sobre el espíritu y las costumbres del pueblo  japonés.
  «Un Samurai  debe custodiar dentro de sí,  más que cualquier otra  imagen, desde la fiesta del primer día del  año  hasta el último, el pensamiento de la muerte. Y solo pensando   constantemente en la muerte se  pueden conservar las dos virtudes  fundamentales:  la lealtad a su soberano y la piedad filial. Al mismo  tiempo, se  protege de los  vicios y los accidentes, conserva un cuerpo  sano y se  puede vivir  largo tiempo. El carácter se ennoblece. Estos  son los beneficios que  nos aporta la idea de la muerte. En otras  palabras. La vida del hombre, como el   rojo crepúsculo, es vacía y  efímera. ¿Y hay algo más carente de esperanza  que la  vida de un  Samurai?.
  Sin embargo, muchos  piensan que  pueden vivir durante mucho  tiempo sirviendo a su señor y su  familia, y  descuidan, entonces, sus  obligaciones hacia aquel y hacia estos. Pero,  cuando se sabe que la  vida puede acabar mañana, que  el día presente  quizá sea el último en que podrá  recibir órdenes de su  señor o ver a  sus parientes, entonces el corazón se llena  de nobles sentimientos.  Solo así se puede cumplir con lo que se espera de  nosotros.
  Pero  si se olvida  esta idea sobre la muerte, uno se  volverá imprudente y  perderá la siempre  necesaria modestia; será capaz de  pelearse por  opiniones contradictorias y poco profundas. Se atacará, en lugar de  dejar hablar a los demás. Se mostrará sin recato en los lugares más  bajos donde se  divierte el populacho. Se confabulará con los bribones,  buscará peleas en las que, a veces, perderá la vida. Así se mancha el  honor del propio señor y se crea sufrimiento a los padres. Y todo esto  es el resultado de una  primera  imprudencia: haber descuidado el  conservar dentro de uno mismo  la idea de que la vida es limitada.
  Si  piensa constantemente en la muerte, por el contrario,  con una fuerte   conciencia sobre lo que exige el honor de un Samurai, pensará todas y  cada una de las palabras  antes de pronunciarlas y aplicará a todas la  misma importancia, se preguntará a sí mismo, antes de hablar o  responder, si lo que va a decir es verdad. Así no se comprometerá en  disputas insensatas ni acudirá a lugares perversos, aunque sea invitado,  y tampoco correrá el riesgo de accidentes imprevistos. De este modo se  preservará de todos los males.
  Por olvidar el  pensamiento de la muerte se comporta en el ambiente de la alta sociedad  igual que en la de clase baja; se entrega a la intemperancia; a la  comida, a la bebida, al amor y contrae toda clase de enfermedades que  pueden ser incurables. Mientras que, pensando siempre en la muerte, un  hombre joven, lleno de salud y vigor, cuidará de sí mismo, comerá con  moderación, evitará la voluptuosidad y será reflexivo y modesto y, de  esta forma, conservará siempre un cuerpo lleno de fuerza y vivirá  largamente.
  Pero, si es víctima de toda clase de deseos  se convertirá en un avaro que querrá siempre apoderarse de las riquezas de  los demás y no querrá darle al otro lo que le corresponde. Su  temperamento será el de un plebeyo. Si es consciente de que su vida  puede acabar en cualquier momento la avaricia desaparecerá de forma  natural. Su carácter no padecerá la envidia y la avaricia, y su  personalidad será la de un noble.
  Pero el hecho de  mantener en su corazón el pensamiento de la muerte no quiere decir que  imite al monge Shinkai, del que habla Yoshida Kendo (1286-1350). El  monge Shinkai  esperaba en silencio, sentado en cuclillas, el momento de  la muerte. Esta actitud está en completo desacuerdo con lo esencial de  la práctica de la moral de Samurai».
Daidoji  Yuzan. Budo Shoshin  Shu, siglo  XVII

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