El oxígeno es el combustible de nuestro cuerpo, cuando éste se consume libera la
energía que anima y calienta los músculos y otros órganos. Controlar la
respiración resulta pues fundamental para controlar el cuerpo, e incluso la
mente. Se trata de una parte muy importante
del deporte, y por ello es necesario que la cuidemos al máximo para
así conseguir los mejores resultados.
La respiración es uno de los elementos
deportivos que menos cuidamos. Solemos olvidarnos de ella, como si
fuera algo tan natural que ni se pudiera controlar ni importase demasiado. Pero
Oriente lleva milenios investigando la respiración, por lo que las escuelas
más tradicionales se preocupan por cultivar con especial cuidado el arte de
respirar. Sea cual sea nuestra orientación (competitiva, defensiva,
espiritual o por cuestiones de salud), unos pocos conceptos y consejos sobre
respiración pueden aportarnos numerosos beneficios.
La relación entre la respiración
y nuestro estado mental o psicológico se hace evidente sobre todo en la competición (Shiai), pero también en situaciones de defensa personal. El nerviosismo, el miedo
o la inseguridad tienden a acelerar (por medio de descargas de adrenalina)
nuestro ritmo cardíaco, y con él nuestra respiración. Ésta se hace corta o
entrecortada, brusca e irregular, síntoma que se está a punto de perder el
control mental. Si no se pone remedio, lo que sigue puede ser un creciente
bloqueo, que dificulta los
movimientos y respuestas, o bien al contrario, reacciones excesivas, descontroladas, “ciegas”.
El mejor método para mitigar las
descargas de adrenalina y ralentizar el corazón, reduciendo así la tensión
consecuente, consiste en controlar la respiración. Se han de realizar técnicas
de respiración profunda, cuyo efecto casi inmediato es el de aportar
tranquilidad y despejar la mente. Este tipo de respiración estimula la emisión
de una hormona llamada endorfina, que tiene un efecto analgésico.
Esta respiración abdominal es de
hecho la base respiratoria de la mayor parte de las Artes Marciales orientales,
así como de otras prácticas psico-físicas (Yoga, Qi-gong, Zen), que contienen
ejercicios para desarrollarla. Como cualquier otra cualidad, ésta debe
entrenarse cotidianamente hasta que logremos naturalizarla.
Pero la respiración abdominal no
sólo es recomendable por su capacidad de calmar y despejar la mente, sino
también por sus efectos físicos. Por un lado, practicada después de un
intenso esfuerzo, permite controlar los típicos jadeos, mejorando y acelerando
notablemente la recuperación física. Pero, sobre todo, sincronizando esta
técnica respiratoria con nuestros movimientos de Judo ganaremos en fluidez, ligereza y
fortaleza. Para ello basta con seguir el principio según el cual la inspiración
ha de corresponder con los instantes de pausa, descanso, defensa o retirada, y la espiración con los de
esfuerzo o ataque.
Acompasar armoniosamente y de
forma sostenida y natural, la respiración abdominal con nuestras
técnicas de Judo requiere normalmente años de práctica. Para hacernos una
idea, según algunos maestros orientales, la respiración correcta tan
sólo se logra a partir del cinturón negro, 2 º o 3 º DAN. Dominar la respiración es un camino sin atajos, pero de innumerables beneficios tanto mentales
como físicos.
La técnica de respiración
abdominal consiste en inspirar aire por la nariz hinchando el abdomen,
permitiendo que éste se llene de energía. Al final de la inspiración cuando el
vientre está visiblemente hinchado, se retiene el aire durante unos instantes.
Esta pausa favorece la absorción del oxígeno y la
generación de energía. A los pocos segundos se espira el aire muy
lentamente. El aire se va expulsando por la boca hasta lograr una contracción
casi total del vientre. Así se libera toda la energía negativa. Se trata de una
respiración lenta profunda y regular. Inspiración y espiración han de durar
aproximadamente lo mismo.
La postura corporal es
importante. La parte superior del cuerpo (del ombligo para arriba) debe estar
lo más relajada posible, pues la tensión bloquea la fluidez. El cuello
estirado, la espalda siempre recta, el pecho ligeramente hundido y las caderas
ligeramente proyectadas hacia delante. En los desplazamientos, hay que moverse
como dejándose llevar un poco por las caderas. Todas estas recomendaciones
facilitan la respiración abdominal, y por lo tanto la fluidez que agiliza
y vigoriza nuestros movimientos.
Anteriormente hemos dicho que la
inspiración correspondía a los momentos de pausa y la espiración a momentos de
ataque, y existe una interesante aplicación de dicha relación. El
momento más débil de nuestro adversario será siempre justo al final de su
inspiración, y el más fuerte al final de su espiración. Si somos capaces de
percibir su ritmo respiratorio, sabremos en qué preciso momento es física y
mentalmente más vulnerable a un ataque. Puede bastar entonces un
pequeño ataque para derrotarlo.
Históricamente, el pensamiento
occidental ha tendido a dividir cuerpo y mente como entidades separadas o
escasamente conectadas. Mucho antes, Oriente descubrió la conexión entre ambas,
la respiración,
concluyendo que no existe tal separación, sino que cuerpo y mente
forman un todo. La respiración es pues el
puente entre el cuerpo y la mente, así que, en el fondo, respirar inconscientemente
fomenta la inconsciencia de nuestros actos. Controlando la respiración,
facilitaremos que nuestra mente (voluntad, intención, seguridad) controle mejor
el cuerpo, y permitiremos al cuerpo influir en la mente (relajación,
sensibilidad, intuición).
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