Kansetsu-waza significa, literalmente, 'técnica de las articulaciones', aunque se las conoce comúnmente como 'luxaciones'. Por luxación entendemos forzar, siguiendo una trayectoria antinatural (ya sea por tirón o torsión), una articulación; si ésta se desencaja hablamos de dislocación o descoyuntamiento debido a la pérdida de contacto articular.
Las técnicas de luxación tienen dos grados, uno primero es el de controlar al oponente y obligarle a rendirse forzando alguna articulación, y un segundo grado que es el de anular al adversario dislocando la unión articular. Normalmente, en el 99 % de las ocasiones, la luxación se queda en el primer grado de control, ya que una articulación dislocada puede conllevar numerosas secuelas y una muy difícil recuperación.
Estamos hablando de técnicas peligrosas si se aplican sin control, y en cualquier caso muy dolorosas. Debe por tanto entrenarse con cierto tacto, siempre atentos a la señal de rendición del compañero. La mejor forma de entrenar y perfeccionar las luxaciones es la de combatir una y otra vez, probando constantemente hasta dominar la gran variedad de técnicas que existen y encontrar nuestra técnica especial (tokui-waza). En Judo deportivo sólo está permitido luxar el codo de
Uke, sin embargo existen técnicas de Judo que se practican en Kata, en
las que se luxan las muñecas, las caderas, los dedos y
prácticamente todas las articulaciones del cuerpo.
Por su mecánica podemos distinguir dos tipos de luxaciones: las de palanca o tirón y las de torsión. Las primeras consisten en forzar la articulación en el sentido inverso al de su movimiento, las segundas funcionan torciendo una parte del cuerpo hasta que el excesivo estiramiento de músculos y ligamentos producen un agudo dolor. Existen técnicas que combinan ambos tipos, palanca y torsión.
La eficacia de una luxación no depende únicamente de la fuerza (la cual hay que controlar si no queremos causar lesiones), sino que también depende de nuestra habilidad técnica y de nuestro 'timing' (momento oportuno). Se necesita un buen conocimiento anatómico, y un control avanzado de la técnica y mecánica corporal para poder aplicar luxaciones con eficacia y seguridad. Es por eso que las luxaciones no suelen enseñarse a los niños y principiantes sino a estudiantes de cierto nivel y edad.
Las luxaciones pueden aplicarse tanto en pie como en el suelo. En defensa personal es más común lo primero, pues en una agresión callejera no es aconsejable ir al suelo por razones evidentes. Cuando hablamos de Judo deportivo, es más común aplicar las luxaciones en el suelo, pues ahí podemos controlar mejor el cuerpo del rival y dificultar enormemente su defensa y evitar sus contraataques.
El objetivo final de las luxaciones nunca es la dislocación, ésta solo debe producirse por accidente o en situaciones defensivas desesperadas en las que nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos se vea amenazada.
La mejor defensa contra las técnicas de luxación es la anticipación, es decir, en cuanto sentimos que el oponente pretende aplicarnos una luxación hay que doblar fuertemente la articulación del miembro atacado para evitar el posible tirón en dirección antinatural. Si la presa ha sido afianzada, existen dos principios básicos: ofrecer toda la resistencia posible agarrándonos fuertemente de nuestro propio judogi empleando el brazo libre para evitar la extensión del segmento controlado por Uke y, al mismo tiempo, efectuar movimientos bruscos de giro a la vez que tiramos enérgicamente para tratar de liberarlo de la presa de Uke. También es importante intentar modificar nuestra posición y postura para poder facilitar la salida.
Las luxaciones son muy efectivas para controlar al oponente y lograr su rendición en un combate, y también son un método de defensa personal muy eficaz pero, como todo en Judo, requieren de un profundo estudio y de mucha práctica.
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