Igual que un médico receta un remedio específico para una enfermedad específica, un entrenador deportivo puede prescribir un programa de entrenamiento para remediar una deficiencia específica en el rendimiento de un atleta. La clave para el desarrollo de programas de entrenamiento está en entender que éstos no son de "una talla única para todos". Cada programa de entrenamiento debe adaptarse al nivel competitivo de los atletas y sus necesidades individuales. Competidores júnior, mujeres, tercera edad, deportistas de élite, e incluso Maestros, todos tienen necesidades específicas. Del mismo modo, un atleta que se incorpora a los entrenamientos competitivos después de una lesión o un largo descanso requerirá de una atención especial.
Como ejemplo práctico, si un deportista está excesivamente fatigado en el tercer minuto de un combate de cinco minutos, un entrenador observador debe prescribir más entrenamiento cardiovascular. O si un competidor es débil en el suelo, entonces el entrenador tiene que prescribir trabajo adicional de suelo y escapes de osaekomi-waza. Esto puede complementarse con pesas para mejorar la fuerza de la parte superior del cuerpo, ya que el tener un fuerte press de banca sin duda puede ayudar a escapar de una Inmovilización.
Hace ya un tiempo, tuve la oportunidad de observar a un joven cinturón azul que venía de visita procedente de otro club. Tenía trece años de edad, y a juzgar por el dorsal que llevaba en la espalda, supe que había luchado en los campeonatos nacionales. A primera vista tenía todas las características de un competidor infantil avezado. Estaba estructurado sólidamente, tenía un buen conocimiento del Kumi-kata, y atacaba tan pronto tenía un agarre. El problema era que no tenía técnicas de judo eficaces y, por lo tanto, no fue capaz de lanzar a cualquiera de sus oponentes en randori. Al hablar con él, enseguida me dí cuenta de que no sabía nada de la terminología japonesa para tachi-waza o ne-waza.
Al final resultó que este muchacho procedía de un club de lucha y que practicaba la lucha libre y el Sambo. Ninguno de sus instructores habían sido profesores de judo o entrenadores capacitados formalmente en el verdadero sentido de la palabra, y el judo era simplemente una de las muchas actividades que se ofrecían en su club de lucha. Probablemente, este joven luchador nunca pasará de las categorías inferiores y podrá llegar a ser un judoka completo con un amplio repertorio de técnicas de judo eficaces. El entrenamiento prescrito, en este caso, sería el dar un paso atrás en la competición y empezar a desarrollar las habilidades técnicas de este joven atleta.
A menudo vemos un problema similar en competidores Senior que son físicamente muy fuertes. En los niveles más bajos de randori y competición, estos deportistas son capaces de conseguir algunas victorias con fuerza bruta. Sin embargo, al depender de la fuerza bruta, no logran desarrollar la velocidad, el tiempo, y la técnica. En el momento en que empiezan a competir en competiciones de más nivel con cinturones marrones y negros, empiezan a tener dificultades en el tatami o son penalizados por brazos rígidos y lucha defensiva.
El entrenamiento prescrito, en este caso, consistiría en obligar al deportista a dejar de usar la fuerza bruta y empezar a desarrollar mejores hábitos de judo. Esto requiere de uchikomis en movimiento de forma regular, nagekomi y randori con estudiantes de más nivel. Cada vez que el estudiante de más nivel siente que el otro usa la fuerza bruta, éste debe lanzarle. El objetivo es demostrar que la velocidad, el tiempo y la técnica ganan a la fuerza bruta. La enseñanza y el dominio de ashi-waza es también una valiosa herramienta para mejorar la técnica y el 'timing'.
Para una mujer competidora que es buena técnicamente, esto puede ser a la inversa. A menudo es necesario centrarse en el entrenamiento de fuerza para darle una ventaja añadida en la competición. Genéticamente, las mujeres tienen menos masa muscular y fuerza en la parte superior del cuerpo que los hombres; y si observamos la competición femenina de élite, a menudo es evidente que muchas mujeres pierden su agarre al atacar. Si no hay agarre, no hay proyección. Así que el entrenamiento prescrito comenzaría con el entrenamiento de fuerza de la parte superior del cuerpo, subir la cuerda, tirones en polea, Kettle-bells y cross training. Con una fuerza de agarre suficiente, las mujeres competidoras desarrollarán el Kumi-kata necesario y la fuerza superior del cuerpo.
Para un adulto mayor que regresa al judo, el principal problema es que, después de años de vida sedentaria, muchos de sus músculos se han atrofiado y los tendones y articulaciones se han vuelto rígidos e inflexibles. También pueden tener lesiones anteriores, tales como prótesis de cadera o de rodilla. El programa de entrenamiento prescrito debe implicar un período prolongado de acondicionamiento de baja intensidad destinado a prepararlos para los rigores del entrenamiento de judo. Esto puede comenzar por simplemente caminar o con ejercicios de más bajo impacto como la natación. El estudiante mayor debe calentar y estirar a fondo diariamente, y no sólo antes de la práctica del judo. El randori con los competidores más jóvenes no es recomendable al principio, en cambio si es recomendable el uchikomi y el randori en el suelo moderado.
Para concluir, no existe sustituto del entrenamiento duro en judo, pero el entrenamiento duro solamente no produce campeones o entrenadores competentes. Más bien, lo que puede producir son lesiones innecesarias y la jubilación anticipada de los Tatamis. El entrenamiento duro debe ser potenciado mediante el entrenamiento inteligente si el atleta desea mantener una buena salud y alcanzar el nivel de la élite. Corresponderá al entrenador introducir el elemento de entrenamiento inteligente, y lo más importante, establecer metas basadas en las necesidades del individuo. El proceso de entrenamiento prescriptivo debe comenzar con una evaluación individual de los puntos fuertes y débiles del deportista, para incluir: habilidades técnicas y tácticas, experiencia en la competición, la resistencia, la fuerza física, actitud mental, y objetivos personales a corto y largo plazo. Sólo después de una evaluación completa, previa al entrenamiento, el entrenador y el atleta pueden tener una relación de cooperación para un desarrollo eficaz en el futuro.
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