Uno de los momentos más singulares de la historia olímpica y por supuesto de la historia del Judo es la victoria del holandés Anton Geesink sobre el japonés Akio Kaminaga en la final de la categoría open de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Dicha final tuvo lugar en el estadio Nippon Budokan de la capital japonesa.
La superioridad física de Geesink (1,98 de altura y en torno a 120 kg.) sobre Kaminaga (1,70 de altura y 80 kg) era evidente. A pesar de esto, los japoneses confiaban en que el talento de su compatriota sería suficiente para alzarse con la final y conseguir de este modo un pleno de Japón en todas las categorías del judo en aquellos Juegos Olímpicos. Quizá los japoneses querían olvidarse del hecho de que Anton Geesink ya había dado buena cuenta de varios competidores japoneses en Campeonatos del Mundo celebrados en los años anteriores a estos Juegos.
Japón disponía de judocas físicamente superiores para competir en la categoría open, pero eligió a Kaminaga. Como vemos en el vídeo, Geesink consigue la victoria por inmovilización de Kaminaga en el suelo, quizá una de las formas más angustiosas de perder un combate de Judo.
Al final del vídeo, cuando el árbitro da por concluido el combate, podéis ver como Geesink pide a su equipo que no entre en el tatami para celebrar el triunfo, conservando así una exquisita etiqueta, en un gesto entonces muy apreciado por los japoneses. Geesink, después de nueve minutos de combate, conseguía un triunfo que automáticamente le convertía en una leyenda del Judo.
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